31.1.06

Artículos y otros trastos

Me ha llamado varias veces la atención cómo algunos turcos que aprenden el alemán como segunda lengua, se las arreglan para evitar los artículos. Está claro que es una tarea imposible, no se puede hablar en alemán sin artículos igual que no se puede en español y en otros idiomas, pero sin embargo algunos ( quizá debería decir "algunas", porque es en mujeres en quienes lo he notado) consiguen de alguna manera, que no "suene" mal, que parezca incluso correcto. Claro que mis oídos no son los de un alemán, y quizás en español no sería tan "tolerante", pero aunque parezca raro he tenido realmente esa sensación.
Yo creo que tiene que ver con que en turco no existan los artículos, porque los españoles que estudiamos alemán no conseguimos este efecto. Al menos yo no lo he notado, y es que para nosotros son "necesarios". Nosotros nos equivocamos continuamente de artículo, pero no los evitamos. El cuerpo nos pide un artículo ahí, donde hay que ponerlo, y no tenemos la "naturalidad" suficiente para esquivarlos.
Y se me ocurre que si existen, aunque sean tan escasas y subjetivas, esas ocasiones en las que sin artículo "suena bien", entonces ¿por qué no en todas? Por supuesto que los idiomas son como son, pero sólo hasta que dejan de serlo. Ya sé que hay ladrillos que no se pueden quitar sin que se tambalee la casa, pero en cierto modo me molesta por ejemplo, que en otras "regiones" del idioma las normas cambien y se simplifiquen (como en el subjuntivo), y en cambio los artículos sigan ahí inamovibles, como si fueran los pilares de la lengua.
"Artículo" es casi sinónimo de "accesorio", y por tanto de "prescindible", y si le quitamos la función de decir qué sexo tienen las cosas y la de indicación de cantidad ( un/ una = 1 y unos/ unas = varios, algunos...) queda sólo la función determinativa, para la cual podría inventarse algún método más elegante y utilizar más el sustantivo sin artículo, dejarlo desnudo, que es en el fondo lo que más nos cuesta. Utilizar la "opción cero", prescindir del trasto, del cachivache, del chirimbolo, del tiliche. Pero claro, así vivimos en el fondo. Rodeados de ellos.

28.1.06

Libre del contexto

Deben existir miles de criterios de clasificación de las lenguas. Una vez vi uno en una revista en el que varios idiomas estaban ordenados según su mayor o menor "dependencia" del contexto. Esto más o menos quiere decir que en qué medida el receptor del mensaje entiende el contenido de la comunicación, cuando no está en el mismo contexto que el emisor, por ejemplo cuando no se ven, o cuando no se conocen de antes, o carecen de información adicional... Es decir, cuando las puras palabras son las únicas herramientas. No recuerdo la clasificación, sólo que el alemán se llevaba la palma, y el español y el inglés quedaban como más dependientes de "todo eso que rodea al lenguaje", que supongo que somos, ni más ni menos que nosotros con nuestra ironía, dobles sentidos, sobreentendidos, provocaciones, rodeos, figuraciones, protocolos, sentido del humor y qué se yo qué más. La revista no era científica, simplemente pretendía mejorar el nivel de inglés de los que "ya saben", y el ejemplo era más o menos:
Si es usted secretaria y un cliente inglés le dice que tiene un pequeño problema, no le interprete literalmente. Procure atenderle lo antes posible o se buscará un lío con su jefe.
Y yo me pregunto si será verdad, si realmente uno puede aprender alemán con la garantía de que lo que escucha es lo que entiende, si lo que entiende es lo que se dice y viceversa, porque entonces a lo mejor hasta valdría la pena el valle de lágrimas... Me imagino cómo será vivir en ese mundo sin la "gravedad contextual", hecho de relaciones "uno a uno" entre las palabras emitidas y los conceptos que en el receptor despiertan.
Pero también me imagino subiendo en ese globo hacia regiones etéreas y me pregunto si habrá un camino de vuelta.

26.1.06

Mi nombre es Bond...

Extrañãrse de la propia lengua es verla desde fuera, y verla desde fuera es verla desde dentro de otra.
Eso significa a veces en la práctica, que buscamos y no encontramos en nuestra propia lengua lo que hemos aprendido a decir en otra, y también que nos vamos familiarizando con las expresiones de la ajena, y se van introduciendo en la propia en forma de traducciones más o menos literales que en absoluto existen en el contexto original, pero que acaban por sonarnos bien e incluso por sernos "necesarias". Supongo que en el fondo en eso consiste el "Sprachkontakt", ese roce entre idiomas, ese intercambio transformador del que está llena la historia de las lenguas, y que nos ha llevado a donde estamos. O sea, que no debería suponer un problema.
Sin embargo lo es en cierto modo cuando uno enseña la lengua (el idioma). A uno le gustaría que de su boca fluyesen las palabras en un español sólido, limpio, incuestionablemente español, aun sabiendo que eso no existe, pero bueno, por lo menos español de mi país, de mi ciudad, de mi barrio...
algo coherente en si mismo, autosuficiente para explicar el mundo, las cosas. Pero uno no puede enseñar el todo, sino como mucho las partes, y cuando expones las partes, la gente se sirve y las utiliza a su modo, lo normal.
Yo nunca me he presentado en español como lo hace James Bond. Ni en las ocasiones más formales, pero eso no significa que esté mal. De hecho ya me voy acostumbrando a oírlo, ya no me suena tan raro. Aquí hay, creo, yo una gran diferencia entre enseñar un idioma en el país donde se habla, o fuera de él. Quizá sea en el fondo la forma más adecuada, porque yo no soy mi nombre, más bien mi nombre es "mi nombre". Y yo no me llamo casi nunca a mi mismo, con la dificultad que conlleva explicar cómo funciona un verbo reflexivo. Y a pesar de la lógica, me sigo rebelando. Simplemente no me sale, no me lo creo, pero tampoco lo descalifico, y lo observo más bien como una cualidad del idioma de adaptarse a otros sin romper sus propias normas, que no está nada mal. Como contrapartida, desearía de mi idioma que tuviera un par de "puertas" de acceso más sencillas que las que tiene, pero esto ya es otro tema.

24.1.06

El aspecto del verbo

El indefinido es la acción, el imperfecto es el retardo.
El indefinido es un río, el imperfecto es un lago.
El indefinido es el claroscuro, el imperfecto el esfumado.
El indefinido es el motor, el imperfecto el paisaje.
El indefinido te empuja, el imperfecto te abraza.
El indefinido cuenta, el imperfecto evoca.
El indefinido son los hechos, el imperfecto los sueños.
El imperfecto recicla, el indefinido desecha.
El indefinido aprueba, el imperfecto suspende.
El indefinido informa, el imperfecto adorna.
El indefinido es estrecho, en el imperfecto hay sitio.
El indefinido delimita, el imperfecto desenfoca.
El indefinido es frío, el imperfecto calienta.
El indefinido avanza, el imperfecto se va quedando.
El indefinido es un tobogán, el imperfecto un tiovivo.
El indefinido olvida, el imperfecto recuerda.
El indefinido nada, el imperfecto bucea.
El indefinido suena, el imperfecto resuena.

El imperfecto es indefinido, el indefinido, no.

19.1.06

Se pronuncia como se escribe.

"Die Spanier haben schlechte Karten", los españoles tienen "malas cartas", nos decía el profesor de alemán a mí y a otros compadres en clase, mientras explicaba algunas Delikatessen de la fonética alemana. Claro, estábamos allí para aprender, teníamos que hacerlo. Además vivíamos ya en Alemania, es decir que no había vuelta atrás. ¡Qué distinto lo pintaban en la "Guía de conversación español/alemán Yale", de 191 páginas! "El libro que recomendará´a sus amigos"... En la introducción se puede leer:

"Nada más fácil para un hispanohablante que aprender la pronunciación figurada de la lengua alemana. Para darse una idea de hasta qué punto es fácil, bastará decir que en alemán, al igual que en español, cada signo o fonograma se corresponde generalmente con un sólo sonido o fonema."

El autor (que por cierto no figura) utiliza dos expresiones de modo "poco noble". Una es "al igual que en español", que así leído deprisa, puede hacer creer a algún incauto que los idiomas se parecen, es más, que son prácticamente "la misma sopa" como dicen los alemanes. Pero no, se trata de que en ambos idiomas se da el fenómeno de que los signos escritos tienen una correspondencia fija con los sonidos que representan. Seguramente el mensaje oculto es "el alemán no es como el inglés, no se preocupe usted, que esto sí que podrá llegar a pronunciarlo".
El segundo truco está en "generalmente". Los que hayan pasado por esto, sabrán apreciar el valor real de este "generalmente".
En fin, el librito continua hablando de la pronunciación y valdría la pena citarlo al completo, pero sólo voy a incluir aquí la calificación que hace de los símbolos que en fonética se utilizan para diferenciar los sonidos:

"Tales símbolos sólo sirven para complicar lo que tratan de aclarar y su utilidad práctica es casi nula, pues hay fonemas alemanes, pocos, es cierto, sin equivalente castellano".

A mí esto me recuerda a Alejandro Magno deshaciendo el nudo gordiano.
Pero volviendo a las "malas cartas" que nos han tocado a los hispanohablantes, eso es algo que me planteo casi cada día, y seguramente lo que es más extraño para los extranjeros, es la "flexibilidad" del español en cuanto a pronunciación. El "juego" que existe en ese espacio entre sonidos vecinos y que cada uno estira o encoge según su humor o su acento, y que aún así nos permite entendernos (p.e. el tema de la 'b' y la 'v', la 's', 'c' y 'z', etc.).
El trabajo que cuesta introducir en la pronunciación estos nuevos límites depende de cada uno. Yo todavía estoy intentando que en las ventanillas, los funcionarios escriban mi nombre con 'p' en vez de con 'b' por ejemplo. Y lo curioso es que a los alemanes, que en principio tienen que "reducir" el repertorio, es decir, "olvidar" muchos matices que para ellos son importantes, también les resulta difícil. Es decir, que tanto introducir elementos como prescindir de ellos es una tarea casi igual de complicada, y esto se hace patente aún más en el aprendizaje de la gramática.

13.1.06

Las cosas en su sitio

A vueltas con el tema de lo que es obligatorio o "facultativo", porque uno no sabe cuándo entiende las cosas exactamente, o exactamente al revés. Y además, esta vez en "defensa" del español, ante la primera reacción (mueca) de los alumnos cuando practicamos el consabido "¿qué hay en...?".
Visto desde otros idiomas, el uso en español de la preposición "en" parece inexacto o "primitivo", porque expresamos con una sola lo que en otros idiomas se expresa con dos o más preposiciones. Muchas veces identificamos lo primitivo con lo simple, lo difícil con lo complicado, o simplemente, lo primitivo con lo negativo.
Yo creo que es un error crear una equivalencia entre "en" con "in" o "on" en inglés o con "in", "an", "auf" etc. en alemán. No es que haya menos posibilidades en español, sino una más, que es la de "en" como "locativo". Esta función relaciona una cosa con el lugar donde se encuentra, y facilita mucho la comunicación, porque para expresar más detalladamente esta relación entre "cosa y lugar", hay otras preposiciones y locuciones adverbiales.Seguramente me equivoque de cabo a rabo desde el punto de vista científico, pero desde el del usuario creo que es así, y en la clase también funciona.
Se parece (de nuevo opinión subjetiva) al locativo en turco:

kutu caja
kutuda en la caja
kutunun içinde dentro de la caja

Yo tiendo los puentes, supongo, con la esperanza de aprender algún día...

En resumen, a mí esto me parece un ejemplo de "facultativo". Existe la posibilidad de expresar algo con detalle, o de un modo más simple cuando es suficiente para la comunicación, y el aprendiz puede elegir el camino simple y expresarse correctamente. Reflexionen los alemanes sobre su sistema de describir la relación de las cosas con sus sitios ( altamente detallado, eso sí), y sobre si se nos abre a los aprendices algún camino para escapar de la múltiple elección de preposiciones o de la declinación, que a veces también viene a "detallar" en estos casos.

12.1.06

"¿Qué es más macho, "piña" o "autobús"?"

A muchos les parece raro que haya idiomas sin género gramatical, es decir sin las categorías "masculino", "femenino"y "neutro". "¿Cómo puede funcionar la comunicación si no conocemos el género de la cosa de la que hablamos?", podría preguntarse uno, o como de hecho he escuchado varias veces:"¿çómo lo hacen entonces?". A mí me dan ganas de preguntar: "¿Cómo hacen el qué?" para evitar malentendidos.
En español, todos los seres pertenecen a la categoría femenina o a la masculina. A mí esto siempre me pareció normal hasta que me encontré con dos idiomas nuevos para mí: uno con tres géneros y otro sin ninguno.
Todo el mundo sabe que cada idioma tiene, digamos, su "especialidad". Es decir que algunos se ocupan más detalladamente de ciertos aspectos de la vida que en otros idiomas se expresan de forma mucho más reducida. Si lo vemos positivamente, estas nuevas perspectivas enriquecen mucho al que estudia un nuevo idioma.
El problema es que aprender un idioma cuesta mucho tiempo y trabajo, y no siempre se tiene un espíritu positivo. A mí a veces me da por criticar, y me pregunto a dónde lleva ese afán por determinar el género de los seres, especialmente el de las cosas.
Cualquiera que empiece a estudiar alemán, tropieza desde el primer día con este obtáculo. Si su idioma es el español, encuentra que muchas cosas que eran femeninas o masculinas ya no lo son. Y no sólo es un cambio de masculino a femenino o viceversa, sino que aparece una tercera posibilidad: ¡neutro!.
Para mí, no se trata sólo de un problema de cantidad de información. Yo puedo aceptar este lujo de detalles como algo "curioso" del idioma, pero la diversión se termina cuando esta información determina la posibilidad de expresarse correctamente, es decir: hablar correctamente en alemán sin conocer el género de las palabras es poco menos que imposible.
Esto me enfada mucho a veces, pero como soy bastante autocrítico, pienso en mi propio idioma y veo que sólo es un "poquito mejor". Para el español las cosas son masculinas o femeninas. El neutro sólo se usa para lo indeterminado, general o abstracto, "separado" de los seres. Con todo, el grado de "sorpresa" del español al descubrir que el alemán tiene realmente un género más, resulta ridículo al compararlo con el de un turco, para el que (idiomáticamente al menos) una mesa o una silla nunca han tenido connotaciones sexuales. Me pregunto si alguno modificará por esta razón su conducta al sentarse, o al comer o escribir, por ejemplo.
Y desde hace un tiempito, ya no tengo tan claro si el autobús es más macho que la piña o al revés... se admiten apuestas.

( para más información sobre la sublimación, transfiguración o simple contagio de los sexos, lean el espléndido comentario de Gonzalo, que es un post en sí mismo y mucho más...)

11.1.06

Dichos populares (por la boca muere el pez)

Los españoles cuando no entienden algo dicen que les suena a chino.
En cambio los alemanes, en la misma situación, dicen que les suena a español.
Ya se sabe que, en general, los españoles no son los mejor dotados del planeta para las lenguas, y sin embargo, estos dichos populares nos revelan que tienen un horizonte un poco más amplio y que la frontera de lo ininteligible les queda algo más lejos.
Si el alemán considera el español como paradigma de"lo extraño", ¿en qué lugar del ranking queda el chino?

p.d. Hoy me he enterado de que a los ingleses les suena todo a griego...

10.1.06

Facultativo u obligatorio

Hoy he leído en un libro de lingüística del español algo que seguramente es de cajón para cualquier entendido, pero que para mí ha sido una pequeña gran revelación, y es, que los idiomas no se diferencian básicamente en lo que pueden expresar, sino en lo que "tienen que expresar". Es decir, que lo que por un lado son posibilidades expresivas del idioma, son por el otro "imposiciones". O sea, que yo puedo por ejemplo considerar que el español es más "fino" que otros idiomas en cuanto al verbo "ser", porque ve, digamos, "dos colores" donde los demás sólo ven uno. Pero esto significa para el aprendiz la necesidad de elegir continuamente entre dos opciones y de hacerlo bien si quiere ser entendido. Y que es en estas "jaulas de oro" donde los idiomas se dejan realmente clasificar, analizar, explicar, diferenciar...
Buen punto de partida para la reflexión, creo yo.

9.1.06

Überbezeichnung

Como por algún sitio hay que empezar, el otro día me envió mi cuñada este e-mail, con unas citas de Mark Twain hablando del idioma alemán. A mí me da qué pensar en varias direcciones. Lo he traducido con mis escasas dotes y he cambiado "alemán" por "español", para ver qué pasa:

"Ein Deutscher nennt einen Bewohner Englands einen Engländer. Zur Änderung des Geschlechts fügt er ein '-in' an und bezeichnet die weibliche Einwohnerin desselben Landes als Engländerin. Damit scheint sie ausreichend beschrieben, aber für einen Deutschen ist es noch nicht exakt genug, also stellt er dem Wort einen Artikel voran, der anzeigt, dass das nun folgende Geschöpf weiblich ist, und schreibt: 'Die Engländerin'. Meiner Ansicht nach ist diese Person überbezeichnet (Mark Twain 1997, S. 536)."

Un español llama "inglés" a un habitante de Inglaterra. Para cambiar el género añade una "-a" y denomina "inglesa" a una habitante del mismo país. Con esto parece estar suficientemente descrita, pero para un español esto no es suficiente, así que le pone delante un artículo que indica que lo que sigue es un ser femenino, y escribe "la inglesa". Según mi opinión, esta indicación es redundante.

Mi primera reacción fue: tiene razón. La segunda fue, que un español no utiliza ese "la" con ánimo de designar el género de la habitante de Inglaterra, sino para darle un grado de determinación superior a "una inglesa" o "cualquier inglesa" por ejemplo.
El problema de la redundancia surge por "efecto secundario", porque si yo quiero determinar algo con un artículo determinado, resulta (vaya por dios) que estos tienen género.
Y a fin de cuentas el problema está ahí. Hay un exceso de información. Una redundancia a la que estamos acostumbrados. Y la pregunta de salida que se me ocurre es:

¿Para qué sirven los artículos?

8.1.06

Autobienvenida

Un espacio para extrañarse de la propia lengua y encariñarse de la ajena.
Este blog trata más bien de reflexiones sobre el idioma español, provocadas por experiencias vividas en las clases con mis alumnos o durante el resto del tiempo, con otras personas y conmigo mismo.
No aspira a ser "didáctico" de momento, porque ya hay mucho material disponible en la red, aunque no descarto la posibilidad, y además, uno no aprende sólo con ejercicios.
Empieza siendo casi un simple "diario" (sin regularidad) de ocurrencias en torno a la vivencia del lenguaje, pero sin ánimo científico ni nada parecido. Digamos "reflexión sobre el lenguaje a nivel de usuario con inquietudes".
En principio espero que me sirva a mí, y después que sea de provecho a cualquier otro que lo visite.