27.4.06

Ser más o menos "cosa"

Una fuente importante de extrañamiento para el aprendiz de español es tener que elegir entre la triada de verbos "haber", "estar" y "ser". Aquí no se trata de que el español ofrezca tres "posibilidades" donde otros ofrecen una, sino que plantea una opción triple que hay que tomar. En alemán, por ejemplo, hay varias posibilidades para traducir estos tres verbos, pero se pueden expresar todos con el mismo, cosa que no sucede en castellano (un ejemplo de lo "contrario" lo tenemos en el uso de la preposición "en". Sobre este tema ya hay un post antiguo: "las cosas en su sitio").
La necesidad de tomar esta opción "martiriza" largo tiempo a los principiantes, incluso cuando dejan de serlo, y a veces (casi siempre) les acompaña durante años.
La opción "haber"-"estar" no resulta en la práctica tan problemática, porque está sujeta a reglas fijas que se pueden aprender de memoria, pero uno no habla siempre pensando en las reglas, y a mí me parece que hay una zona "turbia" entre el "hay" y el "está" donde los nativos también cometen "fallos", es decir, rompen la regla, porque hay otros factores detrás de la elección que no son los típicos, los que enseñan los libros de gramática.
A mi se me aparecen en los últimos tiempos estos verbos como en una escala ascendente (o descendente) según el grado de "cosidad" de las palabras a las que se aplican, en la cual "hay" ocupa el escalón más bajo. Así pues, aplicamos "hay" a una cosa "indeterminada o acompañada de indicaciones de cantidad o número" como dicen los manuales, pero por otro lado también "despersonalizada", "cosificada" o considerada en cuanto a su cantidad o por así decirlo, "al sitio que ocupa" o "lo que abulta", carece incluso del derecho de afectar al verbo, que se mantiene inflexible, defectivo, ni siquiera es sujeto de la oración.
Aplicar "está" a una cosa supone subir de categoría. La cosa es aquí menos "cosa", está diferenciada, determinada, reconocida entre la multitud. "Está" no admite números ni cantidades, porque aquí la cosa es un "individuo". Y aquí me parece que es importante el concepto de "humanidad", porque cuando se habla de individuos humanos se rompe muchas veces la regla, y a menudo escuchamos o decimos : "oye, ahí esta una mujer que dice que te conoce", o "en esta foto están tres amigos de tu padre". Parece que cuanto más "enfocada" está la persona o personas, la regla de los números o de la cantidad se hace más débil.
Y un escalón más arriba, ya casi en el aire y desprovistas de la gravedad de los objetos terrenales, habitan las cosas ligadas al verbo "ser", en su categoría definitoria, abstracta, atemporal a veces, fuera casi siempre del "aquí" y el "ahora".

18.4.06

Hablar en colores

Hoy me traje del trabajo la sensación de que en las clases se habla en blanco y negro.
Y la cosa empezó porque me molestaba más que de costumbre no encontrar la traducción convincente de algunas palabras, palabras por lo general de lo más normal y corriente, pero que se resisten a ser envueltas en letras ajenas. No hay que irse siempre a los temas más escabrosos de la gramática para encontrar esos ejemplos donde la lengua se hace más suya, peculiar e intraducible. Y luego, a veces, un compañero establece la conexión de la forma más natural y sin esfuerzo, y en las veces mejores se crea entre varios compañeros un miniforo lingüístico (en esos minutos escasos que hay para rozarse con los colegas y que la escuela no paga) en el que cada uno aporta su comentario, su recuerdo, su frase hecha, su matiz y la palabra en cuestión se revela para todos más viva, más llena, y yo diría en definitiva que "en color", porque uno aprende la lengua materna "en colores", en los materiales del mundo y de la vida, de las situaciones y las emociones, en cuentos, en voces y en historias. Palabras con historias detrás, o delante. Y luego está el color en el uso, que incluso tiene término lingüístico, "coloración" o "tono", "Färbung", "Tönung" o cosas así, y que asoma en el modo y el aspecto, y en el romper las reglas, y en los pronombres que tanto me irritan, y en los diminutivos, y quizá hasta en el uso del silencio y de tantas otras cosas.

1.4.06

Estático y dinámico

En un manual de lingüística encontré algo que me llamó la atención, quizá porque no es muy habitual encontrar en libros "científicos" cosas que de repente nos conecten con la vida cotidiana, al menos a aquellos para los que la propia ciencia no es precisamente cosa de todos los días, o no somos capaces de ver fácilmente los puentes entre las leyes fundamentales y nuestros afanes diarios.
Perdón por la traducción y la transcripción del texto sin permiso:

"(...) los actos humanos se llevan a cabo según dos tipos de máximas, a saber, las estáticas y las dinámicas. Las máximas estáticas tienen mayormente un efecto "conservador" (historicidad), y las dinámicas provocan casi siempre el cambio (creatividad). El habla también es un acto- Máximas estáticas en relación al lenguaje serían por ejemplo:

"habla de forma que te entiendan los demás"
"habla de modo que no llames demasiado la atención"
"habla como aquellos del grupo al que perteneces"

Máximas dinámicas serían en cambio:

"habla de forma tan expresiva que los demás te presten atención"
"habla de modo original"
"habla según la última moda"
"habla de forma que parezcas inteligente"
"habla de tal modo que no te cueste más esfuerzo del estrictamente necesario"."

Pues lo que me llamó la atención fue, por un lado, que la mayoría de las máximas por las que se rige nuestro lenguaje sean tan decepcionantes, salvando, del grupo estático, la de "habla para que te entiendan", y del creativo "habla con el mínimo esfuerzo". Y por otro lado, que la máxima del mínimo esfuerzo se incluya dentro del grupo de máximas dinámicas o creativas, porque así espontáneamente, a mi me parece una directriz "conservadora" en tanto que se trata, supongo, de conservar energía durante el acto comunicativo. Después de pensarlo dos veces (que tampoco es mucho), me pareció que el lenguaje rara vez es económico en cuanto a energía, por lo menos el nuestro, y que realmente es un acto "dinámico" y con rasgos creativos el hecho de comunicar de la forma más económica posible.
Pensándolo tres veces, pienso que a lo mejor no se trata del acto puramente lingüístico, sino más general:
Habla de forma que te entiendan para "conservar" tus intereses, habla sin llamar la atención para "conservar" el pellejo, habla como los de tu grupo para "conservar" tu posición social... Sin embargo, la máxima del mínimo esfuerzo me sigue brillando entre todas con una especie de luz propia y no la metería en el mismo saco que el resto. Y creo que no la limitaría a un individuo en una situación determinada, sino más bien la usaría para observar a su luz los mecanismos generales de nuestra propia lengua.