22.9.06

...y pausa

Dos semanas de vacaciones, que significa que no habrá nada nuevo hasta por lo menos el 6 o 7 de Octubre.
También quería comentar que he incluido un nuevo link en la lista que se llama "Electra". Es una página bien interesante de aprendizaje del español, donde han hecho una presentación muy bonita de mis blogs. Os animo a visitarlo.

¡Estaba lleno!

Hace unos meses leí el libro "Nieve" de Orhan Pamuk, uno de los autores turcos más importantes. La leí en español, porque me faltan todavía unos veranos para poder leer en original algo de ese calibre. Me impresionaron muchas cosas, pero un parrafo me llamó la atención especialmente, y no por su contenido, sino por su construcción, o redacción, como se lo quiera llamar. Es uno de esos párrafos, en los que de repente te das cuenta de que es una traducción lo que estás leyendo. Un poco como cuando en el cine, en medio de una película fantástica, alguien tose, o se te duerme una pierna o algo así, y te sacan del ensueño para recordarte que eso no es más que una película. Y esto no es en absoluto una crítica a la traducción; me imaginé, no sólo al traductor sudoroso y luchando con el parrafo durante semanas, sino al propio idioma español, contra las cuerdas e intentando sobrevivir al asalto en el que su contrincante golpeaba furioso con los puños llenos de converbios. (Todavía no sé cómo definir correctamente los converbios, pero así a lo bruto, se trata de construcciones verbales que en turco expresan frases subordinadas).
Preguntando a expertos, me enteré de que el lenguaje de Pamuk es de por sí bastante complejo, es decir, que el párrafo es ya, en su propio idioma, complicado. Sin embargo esto no me consoló, porque no me imagino a ningún autor en español escribiéndo un párrafo así, por muy complejo que sea su estilo. Es decir, que me encontraba delante de seis líneas con cinco "qués" contándome en el estilo más engorroso que imaginarse pueda, un mensaje que en su estado original resulta, seguramente, hasta poético.
Y también seguramente, esta distorsión se debe al afán (totalmente lícito) del traductor por ceñirse al original. Una opción más estética o literariamente "bella" se habría alejado demasiado, resultaría de seguro inaceptable... A mi me da para reflexionar bastante, sin llegar de momento a conclusiones. Voy a poner aquí los párrafos para que el que quiera los lea. Y que conste que el libro es altamente recomendable.


En español:

" O sea, según la propia expresión del comandante, que se jubiló anticipadamente tres años después y que, mientras le visitaba en su casa de Ankara, al señalarle sorprendido los libros de Agatha Christie que llenaban sus estanterías reconoció que lo que más le gustaba de ellos eran los títulos, "¡el cargador estaba lleno!".

En turco:

"Yani, üç yıl sonra erken emekli edilen ve Ankara`daki evinde görüşürken raflardaki Agatha Christie`leri işaret etmem, üzerine bana kitapların özellikle adlarını çok beğendini söyleyen binbaşının ifadesiyle '' şarjör doluydu!''

9.9.06

Los pronombres bailan

Una de las primeras cosas extrañas que un alemán o un inglés, por ejemplo, aprenden del español, es que se puede hablar sin pronombres personales (yo, tú, él... etc.). El profesor nativo explica, casi siempre con un cierto toque de orgullo, que en este idioma los verbos son capaces de expresar por si mismos de qué persona gramatical se trata, sin tener que ponerle siempre delante el pronombre correspondiente, ya que existe una terminación diferente para cada una. Yo reconozco que me gusta esta cualidad del español, y que, aunque poco a poco me he acostumbrado a usar continuamente los pronombres en alemán, me sigue pareciendo incómodo y muchas veces antiestético, por no decir feo. Claro que, la situación del alemán en este ámbito es especialmente difícil: un inglés puede argumentar que él conjuga por delante en vez de por detrás, y que los pronombres son una especie de terminaciones personales al revés. El alemán en cambio tiene que conjugar en ambas direcciones, es decir usar los pronombres siempre y después conjugar el verbo. Una mala pasada de la gramática.
Así pues, se puede decir que los pronombres personales (con función de sujeto) son en español "facultativos", y con esto empieza el baile. Y los pronombres son los pies de la pareja del alumno. Los pisan, tropiezan con ellos, los pierden de vista, los miran demasiado o los ignoran, pero casi nunca se dejan llevar por el ritmo (claro, es fácil decir "déjate llevar" cuando conoces el compás de la canción).
La explicación teórica que ofrecen los manuales a los estudiantes es que los pronombres en español tienen una función "enfática", es decir que acentúan, remarcan, insisten, resaltan. Esto en la práctica no ayuda mucho, y la mayoría los sigue usando como si hablara en su idioma, u optan por eliminarlos completamente, lo cual también resulta antinatural.
Yo estoy convencido de que la dificultad de aprender a utilizar los pronombres con naturalidad tiene no sólo dificultades "gramaticales". Con este término me refiero a las dificultades típicas que se encuentran al aprender nuevas reglas que son en mayor o menor medida distintas al las del idioma materno; en el caso del alumno alemán por ejemplo, el hecho de la obligatoriedad de los pronombres nominativos, la inversión total (en la mayoría de los casos) del orden de los pronombres en la frase, o la declinación de los pronombres, tan ambigua en ambos idiomas para los hablantes de a pié. Todo esto crea sin duda grandes dificultades, pero para mí, pedirle a un alemán que hable sin pronombres es como pedirle a un hispanohablante que hable sin "ques". Es quitarle la llave de la puerta de su casa. El pobre tipo andará desesperado hasta que se dé cuenta de que la solución es dejarse la puerta abierta.