21.11.07

El baile de los pronombres

Siguiendo con el tema de que los pronombres bailan, se me ocurrió este título, y automáticamente me acordé de la película de Polanski "El baile de los vampiros" ("The fearless vampire killers" *). A lo mejor no es gratuito calificar a los pronombres de vampiros; Alex Grijelmo ya los llama "impostores", "suplantadores" y "chaqueteros" en su gramática descomplicada. Son, a fin de cuentas, personajes "sin alma", que les chupan a otras unidades léxicas la sustancia de su identidad.
En una inolvidable escena de la película mencionada, tres mortales bailan disfrazados entre un montón de vampiros en el salón del castillo. En una de las vueltas del minué, quedan los tres en primera fila delante de un gran espejo que les devuelve su imagen sobre el fondo de un salón completamente vacío. Tirando de la metáfora podemos imaginar que unos idiomas se reflejan en otros. Si pusiéramos al alemán, por ejemplo, a bailar delante del espejo del español, muchos de sus pronombres carecerían de imagen, se convertirían en fantasmas sin fundamento:

Dt. Ich kenne ihn nicht

Sp. X no le conozco

Aquí "gana" el español por 2 a 1. Por supuesto, las cosas no son tan claras y existen varios grados de vampirismo, porque no todo es sustancia léxica, no todo es significado, también hay sustancia sintáctica y otras. Por otro lado, si es el español el que baila ante el espejo del alemán, vemos que tampoco él carece de fantasmas, y que todo lo que el español tiene de económico en los pronombres en función de sujeto, lo tiene de manirroto en los de objeto directo e indirecto:

Dt. ich habe meiner Schwester ein Buch gekauft


Sp. le he comprado un libro a mi hermana

Aquí la cosa acaba en empate, con la peculiaridad de que en esta frase, ambos pronombres son vampiros en el espejo ajeno; Ich no se refleja en la frase española y le no se refleja en la alemana. Pero veamos como anda el turco en cuanto a fantasmas:

Tt. Kardeşime kitap aldım

Es decir: 0. Otra vez el turco campeón.
Lo interesante de esto para la enseñanza del idioma es más bien (creo yo) intentar saber qué se siente cuando se aprende el idioma que se enseña. Para acercarse a lo que sienten los alemanes cuando aprenden español (en este caso de los pronombres), a mí me resulta útil la sensación que tengo yo cuando tengo que prescindir, en el turco, de pronombres que en español son necesarios. Por ejemplo, es difícil acostumbrarse a decir frases como "no hagas eso", o "no lo hagas" sin pronombre, que es lo normal en turco:

Sp. no lo hagas

Ttr. yapma

Para un turco este lo español es igual de superfluo que para un español el ich alemán del primer ejemplo, o que el le del segundo ejemplo para un turco o un alemán.
En fin, que estas pequeñas palabrillas semivacías son muchas veces las que nos impiden hablar bien una segunda lengua, clavadas como están en su "sinsentido", en el corazoncito de nuestras lenguas maternas.

*En este caso me parece la traducción española del título mucho mejor que la original.