3.2.06

Puertitas al español

Uno normalmente se olvida de cómo fueron sus primeros pasos al aprender un idioma, sobre todo cuando pasa un tiempo considerable. Los que no se olvidan son los profesores, porque ellos tienen que abrir las puertas, que casi siempre son las mismas y no siempre lo bastante holgadas para entrar desahogado y con la cabeza alta.
Al aprender español, se presenta uno, y tiene que hacerlo con un verbo reflexivo o uno irregular, que no sé qué es peor.
Después normalmente, dependiendo de los métodos, te enseñan a hacer y a responder a la pregunta: "¿Qué es esto?", por supuesto presentando el verbo "ser" como una cosa sencilla y libre de problemas, lo cual en ese contexto suele funcionar. No sucede lo mismo con "esto", que como es normal para cualquier hispano, necesita enseguida de sus hermanos "eso" y "aquello", cuando no de sus "primos sexuados" "ese, esta", etc.
Una vez que, eliminados todos los peligros contextuales y comunicativos que pudieran hacer peligrar el experimento, aprendemos que esto que está cerca nuestro es un autobús, un libro o una mesa, nos enseñan a preguntar y responder a la pregunta "¿Qué hay en...?"
Lo hacen de buena fe, con ayuda de nuestra superpreposición "en", que concilia lo de encima con lo de dentro y otras cosas más, para no tener que pensar mucho, y con un verbo defectivo para no tener que conjugar: "hay". Pero ¡ay! en esta puerta hay que agachar la cabeza, y extremar las precauciones para no necesitar al primo "estar", que acecha detrás de cada artículo determinado o posesivo, que seguramente nos han presentado en la clase anterior.
Llegados a este punto somos capaces de decir que esto es una mesa y que en la mesa hay un libro.
Tras un par de vocablos extra acerca de la cerveza, la paella y el vino tinto, no queda más remedio que empezar a conjugar, y animo a cualquier hispano a que diga espontáneamente diez verbos usuales y de la lista descuente los irregulares y los pronominales, a ver qué queda.
A pesar de esta visión un poco malvada del asunto, el español es un idioma que "se deja" bastante más que otros. Habría que escuchar diversos testimonios de estudiantes en diversos contextos para sacar conclusiones. La mía de momento es que los principios no son fáciles, al menos en un país no hispanohablante, y una prueba sea quizá que a la mayoría de los profesores no le gustan los principiantes.
A lo mejor es aquí donde hay uno de los mayores retos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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