10.10.06

Pan blanco y barreras.

Pan blanco y barreras arquitectónicas. Eso diría si me preguntaran qué encontré esta vez en mi país que no me gustara.
Hay una misteriosa contradicción entre esa colección de obstáculos que, por lo general, constituyen una agrupación urbana en España, y la naturaleza frágil, inconsistente de los materiales y la arquitectura. De aceras están dotadas las calles más notables, si no no existen, o son de dimensiones simbólicas.
Si te mueves, es casi imposible describir una línea recta, y aún más mantenerse en un solo nivel. En cambio si te quedas quieto y observas, Los espacios parecen mucho más accesibles que en otros paisajes. Muros que no separan, puertas que no cierran, ventanas que revelan salones, pasillos, medios dormitorios. No solo para el ojo, también para el oído: la tele, la risa, la bronca, que te subas, que si te bajas.
La brisa que te toca entra un momento después en un cajón del salón del cuarto piso, en la vida de otro.
En otros parajes son más fáciles los pasos, las subidas, las bajadas. Apoyarse con seguridad en un muro infranqueable, o llegar sin ningún obstáculo hasta una puerta que nunca se abrirá.

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