18.3.09

Idiomas extraños

Los carteles siguen siendo fuente inagotable de inspiración para la reflexión (meta)lingüística. Desde hace unos días, la editora de material didáctico Pons ocupa los espacios publicitarios y muestra cómo los conceptos elaborados en los círculos especializados, o académicos o como se quieran llamar, van llegando al gran público. Esta vez se trata de la famosa “interculturalidad”, que ocupa ya desde hace varios años las páginas curriculares y enfoca el problema del aprendizaje de idiomas no sólo desde la perspectiva gramatical, comunicativa, etc., sino también desde la cultural. Me imagino que se trata de esto al ver el eslogan del anuncio, aunque no he visto todavía los contenidos de los métodos. Me llamó la atención sobre todo porque al término Fremdsprache, que es la palabra alemana que nombra otros idiomas que no sean el materno, le han tachado el adjetivo fremd, que tiene varias acepciones, entre otras: forastero, foráneo, extranjero, exótico, extraño e insólito. Esta asociación de lo extranjero con lo extraño y las connotaciones de cada término fue lo que motivó el título de este blog, y concretamente lo “extraño” de la lengua es algo que a mí no ha dejado de acompañarme desde que me ocupo del tema. No sólo el alemán como segunda lengua se mantiene extraño cuanto más lo conozco y mejor lo hablo, sino que mi propio idioma se me enajena, sometido a una especie de “deconstrucción”, debido seguramente al examen continuo y a otros factores de erosión a los que lo someto diariamente. Pero este proceso, que para algunas personas que conozco tiene un carácter negativo, para mí no lo es en absoluto, sino que tiene un sabor seguramente parecido al que debe de tener la libertad en alguna de sus facetas. Y es ahora, en medio de esa reivindicación personal de la extrañeza, que me lo tachan. Seguramente con la mejor de las intenciones, con la de superar barreras y prejuicios, el concepto de lo otro... aunque sigamos llevando sombrero de paja, camisas de flores y la cámara colgada al cuello.

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