24.12.06

A la sombra de una sombrilla.

Apretó tanto el tiempo en estos últimos meses que no pude apenas ocuparme del "español" de mi hijo (dos años y medio), que crecía a la sombra de sus otras lenguas como iba pudiendo, poco o nada, torcidito y lleno de "malas hierbas". Pero al final me asomé y estaba allí todavía. Lo regué un poquito, le removí la tierra. Con mucha más paciencia de la que yo tengo con él, se fue adaptando al molde de mis preguntas y estuvimos jugando a la ka y a la te y a la erre. Satisfecho de haberle ganado una batallita al hipérbaton y otros insectos hablé después con mi amigo M. de Madrid, que me dijo que me notaba un acento extraño, como de entrenador de fútbol alemán afincado en España.
Por estas y muchas otras señales de la vida diaria voy construyendo un perfil de algo que todavía desconozco pero que va poco a poco cogiendo cuerpo allí, en su cajón de sastre.
La literatura en mi propio idioma, es decir la mía propia, me viene ahora contada, comentada en "extranjero", me lee lo que no leí, me hace ver lo que no vi, y a veces hasta me explica en otro idioma lo que creí que había entendido en el mío.
Entre todas estas sombras, muchas veces viene luz que me ayuda a pisar fuerte, y doy un par de pasos más hacia el interior del bosque.
Y así se va acercando el fin de año y será por eso que estoy como haciendo balance involuntario. Espero que mis alumnos no se enteren de lo de mi acentillo...

No hay comentarios: