6.8.06

Las cosas como son...

Muchas veces ocurre en el idioma que una misma "herramienta" tiene distintas funciones o aplicaciones. Pasa con el aspecto de los verbos (perfecto/imperfecto) y con el modo (indicativo/subjuntivo), pasa con las preposiciones, con ser y estar y con muchas otras cosas, aunque estos cuatro se han convertido en las cuatro "grandes dicotomías" del español, esos momentos terribles en los que hay que decidir ¿trabajé o trabajaba?, ¿voy o vaya?, ¿por o para?, ¿es o está?. Lo difícil no es que haya dos opciones donde antes había una, sino que casi nunca hay un solo criterio para cada una de ellas, algo sencillo como : " si hace sol me llevo la sombrilla, y si llueve me llevo el paraguas". Se trata en cambio de elegir teniendo en cuenta varios criterios a la vez.
Esto no es solamente difícil de aprender, sino también de enseñar, porque para los hablantes nativos no existen tales dicotomías. Esta situación es un efecto de enfrentarse al lenguaje desde fuera, desde otro lenguaje. Un nativo nunca considera ser en oposición a estar. Por lo menos, yo no recuerdo nunca haber sentido esto, ni tampoco que en las clases de lengua se plantearan ejercicios de este tipo. Yo tengo más bien la sensación de que para los hispanohablantes ser y estar son dos verbos desde el principio totalmente diferentes, que no tienen mucho más que ver entre sí que correr y andar, o comer y beber por ejemplo (esto lo digo bajito porque no estoy totalmente seguro. Si alguien piensa otra cosa que lo diga).
Así, los nativos que intentamos enseñar español, vamos aprendiendo a verlo de esta manera, intentando dar con las claves mágicas de la elección correcta. Y muchas veces se encuentra uno con que las ideas más difundidas no son precisamente las mejores, lo cual nos dificulta aún más el trabajo. Una de estas ideas es la de asociar estar con cualidades pasajeras o cambiantes del sujeto, y ser con las cualidades permanentes, lo cual lleva en clase a la típica situación de "pero esto puede cambiar y se dice con ser" o "esto no cambia y se dice con estar". No es que la idea sea falsa, sino que entran en conflicto distintos conceptos, y a veces se imponen unos y a veces otros.
Bastante más acertado es decir que ser es un verbo para "definir", aunque para ser exactos habría primero que definir qué es una definición, y aceptar que hay cosas cuya definición es precisamente estar aquí o allá. El típico ejemplo de esto es: "si Hamburgo está en Alemania siempre, ¿por qué se dice que "está"?" Esto puede explicarse como una (enorme) excepción a la regla "cualidades permanentes con ser", o como un concepto más que se esconde tras el verbo estar, y es su atracción irresistible por el espacio, por "poner" las cosas en su lugar, por describir la "situación" de las cosas.
La misma crítica podría hacérsele a ser, por tener el monopolio del tiempo, la menos permanente de las cosas que existen.
¿Por qué son las siete, si antes de que acabe de decirlo ya no lo son?. Hoy es viernes, es cuatro de agosto, es de día, es de noche... ¿Se trata de otra enorme excepción, o será que ser tiene una irresistible atracción por el tiempo?
Es espeso el bosque de las excepciones. ¿Por qué somos amigos? ¿Es que es eterna la amistad?¿Por qué estamos casados? ¿No debería durar para siempre?¿Por qué algo está roto aunque no tenga arreglo?¿Por qué alguien está muerto?
Todas estas contradicciones se entienden mejor bajo el concepto de definición. Los lazos de amistad nos definen, igual que los de sangre quizá, somos amigos igual que somos hermanos. Las cosas están rotas y las personas están muertas, porque esas cualidades no pertenecen generalmente a su definición.
Por este camino se puede quizá llegar a la idea de que ser define y estar describe, pero esto no significa que ser no pueda describir. Ser describe las cosas en su "esencia", describe las cualidades que definen la "idea" o el "concepto" que tenemos de algo. Crea una especie de "ficha" esencial. Así, decimos que hemos conocido a Ingrid, que es alemana, rubia, alta, gordita, simpática, luterana y conductora de autobuses, porque son las cosas que yo apunto en su "ficha", independientemente de las circunstancias o el contexto en que la he conocido. Cuanto más entran en el juego de mi descripción el momento y las circunstancias concretas de mi encuentro, más utilizo el verbo estar, y diré que en ese momento estaba cansada, enferma, de buen humor, sentada o de pié, hablando con una amiga, nerviosa o deseando irse a su casa.
Esta separación entre lo que el español considera la "esencia" y la "circunstancia" de las cosas no es tan radical como para evitar que muchos adjetivos transiten de una a otra categoría, creando un "juego lingüístico" que los nativos dominan a la perfección, pero que a los aprendices de ELE les cuesta mucho hacer suyo.
(Termino aquí de momento aunque no me gusta este final tan pesimista...)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

gracias gracias!!!!

Anónimo dijo...

Tienes toda la razon! a veces yo misma me confundo explicando esta dicotomia tan horrible.

Unknown dijo...

Estupendo...